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Érase una vez un candidato


Érase una vez un candidato presidencial que se había enfocado durante toda su carrera política en ayudar al pobre y reducir la desigualdad social en su país. Su plan de gobierno buscaba proveer salud y educación gratis, inclusive hasta la universidad, como garantía para todos los ciudadanos, colocando como referencia a países europeos para demostrar que su proyecto social-democrático era factible.

Su política contra las drogas se basaba en tratar al consumidor como un paciente y no como un delincuente. Su política ambiental era motor central de desarrollo económico, impulsando la inversión en energías limpias y la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles. Siendo senador, denunció innumerables actos de corrupción dentro del gobierno. Además, siempre votó en contra de la guerra. Propuso ajustar el sistema tributario para evitar que los más ricos evadieran impuestos a través de artimañas y paraísos fiscales y de esa forma financiar los proyectos sociales que el país necesitaba.

Siendo muy joven, fue arrestado en una plaza pública mientras hacía activismo. Ese fue el comienzo de su carrera política. Tiempo después fue elegido alcalde de una ciudad muy fría y la más grande del la región, a pesar de no hacer parte de partidos políticos tradicionales ni recibir apoyo de maquinarias políticas. Su campaña no fue financiada por banqueros, grandes empresarios, terratenientes, ni narcotraficantes. Durante su gestión no tuvo escándalos por corrupción.

Producto del miedo que generaba su plan de gobierno en las élites políticas y económicas, la guerra mediática no se hizo esperar. Fue tildado de socialista y comunista, catalogado como ateo por defender la libertad de cultos, y satanizado por muchas iglesias por reconocer los derechos de la comunidad LGBTIQ y de los indígenas nativos de la región. Encima de todo, se encontraron irregularidades en el proceso electoral que no le favorecieron en la consulta interpartidista.

Fue así como el país volcó su apoyo hacia otro candidato. Uno que no tenía experiencia en el gobierno. El candidato de las maquinarias políticas tradicionales, los corruptos, los banqueros, las mega-empresas y los que avalaban la guerra.

Desgraciadamente, el país eligió a Donald Trump.

Por supuesto, el candidato al que me he referido en este texto, y quien cuenta con tanta admiración internacional, es Bernie Sanders, candidato a la presidencia de Estados Unidos en 2016. Este país, en el que vivo hace diez años, tuvo la oportunidad de elegir a un presidente honesto, preparado y con propuestas de cambio en pro del bien común. Propuestas que corresponden al verdadero objetivo de una democracia.

Tristemente, el miedo pudo más. Las maquinarias pudieron más y celebraron victoriosas con Trump.

Hoy Colombia tiene un candidato como Bernie. Y depende de nosotros no cometer el mismo error que los Estadounidenses. Que el miedo no nos venza. Que las maquinarias políticas no sigan pautando nuestro destino. Este 17 de Junio, es nuestro deber salir a votar en contra del odio, en contra del miedo y sobre todo, por la paz y la justicia social.

¡Arriba Colombia!

Óskar Ly

San José, CA. Junio 6/18


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